Ella quiso cambiar su forma de hablar y mezcló sus modos con los demás. Cómo iba a prever, a imaginar, que era tan difícil tratar de escapar. Subió a un tren y al bajarse en el andén, su perfume francés, seguía todavía como el primer día persiguiéndola. Algún tiempo después, de tanto probar, pudo ver que todo seguía igual. Sin cambiar en su viaje circular, con su inmensa soledad, en el lugar dónde existía su mentira estaba condenada a andar.
Alguien la atrapará
quedó rodeada de nada
¿y cómo saldrá?
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